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Biodiversidad, esencial

23 de noviembre de 2010

20 millones de especies habitan el planeta, sólo se conoce una parte y no queda mucho tiempo para estudios. La mayor desaparición de especies desde los dinosaurios está ocurriendo. Las consecuencias son impredecibles.

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Imagen: CIAT-International Center for Tropical Agricultu

La tortuga laúd vive en las costas de Surinam, y puede llegar a medir hasta dos metros y medio. Es la tortuga marina más grande que todavía vive en el mundo. Pero su excepcional tamaño y un peso de hasta 700 kilos no la protegen del cambio climático. La propagación de los reptiles gigantes es muy sensible a las temperaturas crecientes: si la arena en la que las tortugas laúd ponen sus huevos está demasiado caliente, nacerán más tortugas hembras, y supondrá un desequilibrio para la próxima temporada de apareamiento. Si sube el nivel de las mareas, muchos huevos serán arrastrados mar adentro. Las reservas de estos animales están en peligro: son una especie más de una larga “lista roja” de animales en peligro de extinción.

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La especie de tortuga más grande del mundo, en la "lista roja".Imagen: CC/reiner.kraft

El cambio climático y la biodiversidad

Las Naciones Unidas declararon el año 2010 como el Año Internacional de la diversidad biológica, ante la amenaza que la tierra vive con la mayor desaparición de especies vista desde la extinción de los dinosaurios. La ONU afirma que una de cada cinco especies animales estará en peligro si las temperaturas llegaran a aumentar hasta dos grados. El papel que el calentamiento global juega en esto es, no obstante, debatible, cuando frecuentemente son varios los factores que se unen: las consecuencias del cambio climático se ven agravadas por la contaminación y la caza furtiva.

Wendy Foden, representante en Londres del “Programa de especies” de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (IUCN), ya observa en varias de las especies estudiadas ciertos efectos del cambio climático, como por ejemplo en sus migraciones. “Actualmente se pueden encontrar animales donde antes jamás habían estado”, dice la experta de la IUCN. “Las especies se trasladan a regiones más frescas, y eso en Sudamérica significa: más al sur, y más alto en las montañas”.

Nemo, el embajador de los medioambientalistas

Los habitantes del fondo de mar, no obstante, no cuentan con tantas opciones para evitar esta situación: el mayor contenido de dióxido de carbono en el aire cambia el pH del agua del mar, y con ello, su entorno en general. Foden pone como ejemplo el caso del pez payaso: “A causa de la mayor acidez del agua marina, consecuencia del dióxido de carbono, ha perdido su sentido del olfato”. Un sentido que normalmente ayuda a los peces a percibir las sustancias de su entorno. Las larvas se orientan gracias a él para encontrar arrecifes más seguros.

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También el pez payaso “Nemo” sufre las consecuencias del cambio climático.Imagen: CC/Silvain de Munck

Los expertos de la IUCN quieren aprovecharse de la popularidad de los peces payaso para concienciar a más gente de las consecuencias del cambio climático en los animales. “Todos conocen a los peces payaso”, dice Foden, “al menos al de la película de animación ‘Buscando a Nemo’”.

Biodiversidad en peligro – consecuencias para la humanidad

La pérdida de diversidad de especies también tiene efectos para las personas. Según una encuesta representativa realizada en Alemania, dos tercios de los participantes afirmaron que la pérdida de biodiversidad les afectaría personalmente, sobre todo durante su tiempo libre y de recreación en la naturaleza. Obviamente, todos deseamos verdes prados llenos de flores, pero las consecuencias van más allá.

TEEB – la Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad – intenta cuantificar el rendimiento de los ecosistemas. Por ejemplo, la polinización de los insectos. El informe más reciente del Centro de investigación medioambiental Helmholtz de Leipzig lo cuantifica en 110 billones de euros. De este modo se ve claro: la desaparición de especies supone un costo mucho mayor que la simple pérdida de calidad de vida en plena naturaleza. Pero cuánto exactamente, es algo que ni aún con los métodos del TEEB se puede cuantificar, porque no hay manera de saber cuánto estamos perdiendo.

La humanidad y las especies desconocidas

En todo el mundo se conocen alrededor de 1,9 millones de especies, tan sólo una fracción de la biodiversidad real. Los científicos estiman que cada año desaparecen cerca de 100 especies. Su función en el ecosistema es desconocida. Como lo son, igualmente, las consecuencias de su extinción.

Razón de más para ser investigadas. Gudrun Mernitz, cofundadora del Centro de Recursos para los Organismos Marinos, en Greifswald, ha aislado varios cientos de sustancias a partir de los microorganismos del mar, para llevar a cabo una investigación sobre su potencial como posibles medicamentos. “Entre ellas hay ciertas sustancias que podrían ser efectivas contra diversos tipos de cáncer”, dice la bióloga. Cerca del 6% de los medicamentos desarrollados en los pasados 10 años se han basado de sustancias naturales, dice Rolf Hömke, de la Asociación de Empresas de Investigación Farmacéutica: por ejemplo, una proteína del intestino de un insecto. Tal es el caso del Triatoma Infestans sudamericano, conocido en México como “chinche besucona” y en Argentina como “chinche gaucha”: de él se ha extraído un modelo de medicamento para pacientes de ataque cardíaco, que actualmente se prueba en estudios clínicos. Esto demuestra que tras la biodiversidad se esconden inusitadas posibilidades.

Los científicos de la organización medioambiental “Conservation International” realizan excursiones de varias semanas de duración para documentarse sobre la diversidad biológica. Uno de sus objetivos es determinar en qué lugares podrían las zonas de protección ayudar mejor a preservar la biodiversidad, puesto que en los ecosistemas protegidos de la contaminación y la caza furtiva, tanto los animales como las plantas tienen más oportunidades de adaptarse al cambio climático a largo plazo.

Autora: Marion Hütter /Lydia Aranda Barandiain

Editora: Emilia Rojas