Blair se pone nervioso
26 de febrero de 2003El gobierno británico se encuentra aislado. Según las últimas encuestas, cuatro de cada cinco británicos está en contra de una guerra sin el respaldo correspondiente de la ONU. La escala de simpatía de Tony Blair ha caído dramáticamente. La falta de pruebas concretas en contra de Irak está acabando con los nervios de Blair. Cada día parece menos soberano y crece su agresividad. En su discurso sobre Irak ante la Cámara Baja británica, criticó duramente a los alemanes y franceses. Sin empacho alguno calificó de "absurdos" los planes franco-germanos para desarmar a Irak. En opinión del Primer Ministro británico, Saddam Hussein no quiere cooperar y no hay que darle más tiempo.
Víctima de sus propios errores
Es comprensible su frustración, pues los esfuerzos diplomáticos de Alemania y Francia en Nueva York bloquean una votación rápida de la segunda resolución presentada por Estados Unidos, Gran Bretaña y España. Parece casi imposible que se logre obtener el mandato de las Naciones Unidas para atacar a Irak en el corto plazo.
Pero Tony Blair olvida que la política promovida por los alemanes y los franceses es producto de sus propios errores. Inicialmente Tony Blair confió en que se podría demostrar una relación entre Bagdad y la red terrorista de Al Qaida. Su demanda era derrocar el régimen de Bagdad como parte de la lucha contra el terrorismo. De haberse comprobado el lazo, Tony Blair habría contado con el apoyo de Berlín. Sin embargo no hay pruebas de que exista esta conexión.
Posteriormente justificó el derrocamiento de Saddam Hussein como camino para allanar el paso a una solución pacífica en el conflicto del Cercano Oriente. Sin embargo Tony Blair jamás presentó un concepto y el tema cayó en el olvido.
Llegó entonces la hora de los servicios secretos. Un informe especial comprobaría, que Irak intenta producir armamento de exterminio masivo, lo que habría representado una evidente violación de la resolución de las Naciones Unidas. Desgraciadamente, para Blair, resultó que el informe especial estaba compuesto de información y reconocimientos no muy confiables.
La última, última oportunidad
Tony Blair reacciona a las crecientes críticas con una retórica difícil de comprender: Recientemente intentó justificar la guerra en contra de Irak desde el punto de vista moral, haciendo hincapié en la violación de los derechos humanos en Irak. Liberar al mundo de una figura como Saddam Hussein, sería, según Tony Blair, "un acto de humanidad". No sólo eclesiásticos británicos y el Papa, Juan Pablo II, le aclararon lo que se comprende usualmente por acto de humanidad.
Tony Blair busca encontrar ahora otro chivo expiatorio y pone en la mira a los alemanes y franceses. Pero la verdad es que Blair se encuentra en una trampa que podría resultarle mortal, desde el punto de vista político. Una guerra sin el respaldo de una segunda resolución podría hacer tambalearse al Partido Laborista y acabar con su destitución. Por el otro lado, si los estadounidenses proceden sin mandato y sin el apoyo británico en contra de Saddam, Blair no sólo perdería a su aliado, sino que quedaría aislado en Europa como nunca antes. No sorprende pues que Blair se muestre tan generoso y otorgue a Saddam una "última, última oportunidad".