COVID-19: “Más que el fin de la pandemia, esta es una pausa”
21 de febrero de 2022DW: Dr. Drexler en la última semana, los casos de COVID-19 en América Latina han bajado (un 31 por ciento), pero las muertes han vuelto a aumentar (un 5,6 por ciento), según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). ¿A qué se debe?
Felix Drexler: Ciertamente, los casos están bajando. Esto se puede deber a que mucha gente ya se infectó, pero también existen dificultades para realizar pruebas anticovid (de detección). En varios países se han modificado los planes de testeo y ya no se están haciendo muchas pruebas por escasez de recursos. Incluyendo países que antes realizaban muchas pruebas, como Colombia. En ese contexto, Charité y el Gobierno alemán van a entregar 500 mil test PCR a Colombia. Esto lo hicimos en el marco de un proyecto bilateral entre ambos países.
Estamos muy entusiasmados de que haya sido posible. Lo especial de esta prueba es que podrá detectar el coronavirus, y en la misma reacción se podrán identificar las variantes ómicron, delta, mu y lambda. Es decir, las principales variantes que circulan en la región andina. Esta es la primera vez que será utilizada y podría servir para todos los países latinoamericanos.
¿Cuándo podría contar el resto de países de la región con este tipo de pruebas PCR?
Los otros países podrían comprarlo o producirlo. Pero, antes de eso, tenemos que ver hasta qué punto serán útiles estas pruebas multiplexadas. Ya existen pruebas para cada variante del coronavirus, pero se tiene que hacer el test dos veces, tarda más y el costo termina siendo el doble. La falta de pruebas es algo que puede explicar las discrepancias entre cifras de contagios y muertes. Por otro lado, en varios países ya pasaron algunos meses desde que se aplicó la vacuna de refuerzo. Varios gobiernos están bajando la guardia con las medidas de protección. Y por eso, personas de grupos de riesgo se vuelven a infectar y mueren.
Pese a ello, ¿qué países latinoamericanos cree usted están logrando un mejor manejo de la pandemia?
Todos los países de la región han sufrido mucho y todos, en general, han tenido un gran éxito con sus campañas de vacunación. También países con baja infraestructura sanitaria están haciendo un esfuerzo heroico, como Bolivia. Creo que todos los países están haciendo lo que pueden dentro de sus posibilidades. No se puede decir que a un país le ha ido mejor, porque en un primer momento le fue bien a uno, pero en la siguiente ola no fue así.
A nivel mundial, los casos de COVID-19 también están bajando y cada vez más países están eliminando las restricciones, ¿es prematuro pensar que estamos en la recta final de la pandemia?
Creo que el hecho de que los números estén bajando no significa el fin del coronavirus. Más que el fin de la pandemia, estamos yendo hacia un periodo de pausa. Una pausa bien merecida y un momento para respirar. El virus seguirá circulando, desarrollándose y mutando. Además, existe un riesgo concreto de que el virus mute y aparezca el próximo invierno, en Europa o Latinoamérica, una nueva variante de ómicron más fuerte. No creo que ya estemos yendo a la endemicidad. Mientras tengamos tanta transmisión, el virus seguirá mutando.
Todavía hay que tener mucho cuidado y seguir preparándonos para una posible próxima ola. Esto quiere decir, que hay que invertir en infraestructura, producir vacunas adaptadas para nuevas variantes, realizar ensayos clínicos y promover el trabajo transnacional. En Charité seguiremos luchando para crear una red entre Europa y América Latina, porque estamos convencidos de que es lo que necesitamos para enfrentar juntos la próxima ola o la próxima pandemia.
La subvariante BA.2 de ómicron representa ahora el 21 por ciento de los nuevos contagios en el mundo. Según nuevos estudios se está propagando muy rápido y podría causar una enfermedad más grave. ¿Qué más detalles se sabe al respecto?
Hasta ahora, solo eso es lo que sabemos. Estamos meramente acompañando el proceso epidemiológico que exactamente sugiere una transmisibilidad más alta. Es tan distinta, que realmente la inmunidad por las primeras olas y la vacunación protege menos contra la transmisión y la enfermedad. Muchos quieren pensar que ómicron no es peligrosa, pero eso no es así. Hay mucha gente que está muriendo por ómicron. Todavía tenemos mucho trabajo por delante con el COVID-19. Hay mucho por entender y aprender.
Otro estudio de la Universidad de Washington encontró que el contagio por COVID-19 aumenta en un 60 por ciento el riesgo de padecer un trastorno mental. ¿Cuáles serían las razones?
Esto también es parte de lo que ya mencioné. Entendemos todavía muy mal aspectos del coronavirus como las secuelas o el COVID-19 persistente. Ese estudio indica, por ejemplo, que las personas que habían tenido COVID-19 tuvieron un 39 por ciento más de probabilidades de ser diagnosticadas con depresión y un 35 por ciento más de probabilidad de sufrir ansiedad después de una infección. Es posible, pero no entendemos exactamente las razones. También se puede tratar de la sensación que siente una persona cuando es diagnosticada con cualquier enfermedad que sea muy severa. Eso puede afectar el estado psicológico del paciente, porque es un impacto muy grande y se puede sentir vulnerable.
Y en el caso del COVID-19 persistente, ¿qué síntomas deberían alertarnos?
El cansancio, la dificultad para concentrarse, la ausencia de olfato, la dificultad de respirar bien, dolores de cabeza prolongados. En esos casos es bueno buscar el acompañamiento de un médico especializado. Pero como esto todavía no se entiende por completo, no existe un tratamiento causal o una píldora mágica que ayude.
(ms)