Esta historia es un auténtico thriller que se desarrolla entre Berlín, Ámsterdam y los Estados Unidos. Sus protagonistas son un coleccionista de objetos nazis, un astuto investigador de la policía criminal y un famoso detective de piezas de arte. Y, por si fuera poco, la Stasi y el ejército soviético también estaban involucrados en la red de intrigas de las estatuas.
Joseph Thorak, uno de los artistas favoritos de Adolf Hitler, esculpió los dos gigantescos caballos de bronce a finales de la década de 1930 para el jardín de la Nueva Cancillería del Reich en Berlín.
Durante los bombardeos de 1943, Hitler puso las dos estatuas a resguardo en la región del Oderbruch. Tras el final de la guerra, fueron trasladadas a un cuartel soviético al norte de Berlín. Luego, se pierde su pista.
En 2013 vuelven a aparecer en el mercado negro. El comisario René Allonge, especializado en delincuencia relacionada con el arte, se encarga del caso. Paralelamente también está investigando el detective holandés Arthur Brand. Ambos se alían y localizan los caballos en una espectacular redada en 2015.
Hoy, los caballos vuelven a estar en Berlín, en la Ciudadela de Spandau. Pero hay una pregunta que aún sigue sin respuesta: ¿qué hacer con el arte nazi? ¿Desterrarlo en depósitos o exhibirlo contextualizado?