Friederike Schmitz dirige en escuelas talleres en los que los niños aprenden cómo viven los animales criados para el consumo humano. Friedrich Mülln destapa escándalos en ese sector. Y Tobias Leenaert, fundador de ProVeg International, está convencido de que el movimiento vegano no llegará a ninguna parte solo con argumentos. El debate muestra que los niños piensan de forma similar a los adultos: todos sentimos lástima por los animales y todos vemos que la humanidad se precipita hacia la catástrofe climática. Pero sigue siendo difícil cambiar nuestros hábitos. Friederike Schmitz reflexiona sobre aquello que le da esperanza y aquello que le plantea dudas. Friedrich Mülln, fundador de SOKO Tierschutz, cuenta qué lo ha impulsado a incluso ponerse en peligro por los animales desde que tenía 13 años, y por qué su verdadero enemigo no son los mataderos, sino los consumidores que ponen en marcha la cadena. El activista Tobias Leenaert vive en una granja belga con animales liberados y rescatados: cerdos, patos, gallinas y un pavo al que le gusta mirarse en el espejo. Está convencido de que el movimiento vegano no llegará a ninguna parte solo con argumentos. Debe también hacer concesiones: que muchas personas reduzcan su consumo de carne tendrá más influencia que unos pocos veganos radicales. Leenaert explica por qué es tan difícil que la gente cambie sus hábitos y por qué a veces debe surgir primero una alternativa deliciosa para que seamos receptivos a un argumento ético. Todo nos lleva a constatar que la forma más eficaz de hacer activismo refleja siempre al mismo tiempo nuestra visión de la humanidad.