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El silencio, fuente de creatividad en la obra de David Gericke

Cristina Papaleo12 de julio de 2013

En las obras del artista plástico argentino-alemán David Gericke se fusionan la estética latinoamericana y la europea, sostenidas por un trabajo de contemplación en el que la espiritualidad ocupa un lugar clave.

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Imagen: David Gericke

Entrar al universo del artista argentino-alemán David Gericke es ingresar a un espacio creativo multidimensional en el que conviven la pintura, la escultura y la música. A través de los diferentes materiales que utiliza en sus obras plásticas, Gericke plasma la unión de diversos mundos. Además de una estética que fusiona raíces latinoamericanas y europeas, lo que más llama la atención en su obra es una mirada del hecho estético más abarcadora. Esa mirada, en toda su amplitud se centra, sin embargo, en el abandono de toda intención de “hacer” para montarse con liviandad en la fuente de creatividad que parte, según él, “desde el silencio interno”.

El concepto de arte de David Gericke se centra en premisas espirituales que hacen que en su obra, y en su discurso sobre ella, se entremezclen el hecho estético y la contemplación. Gericke explica así el impulso creativo: “Nace de un lugar de silencio. Cada vez que uno se plantea cuestiones acerca de los procesos creativos cae en la terrible confusión, en la terrible marea del ‘qué voy a hacer'. Donde existe intención, el ‘hacer' pasa a ser un espacio muy reducido. En cambio, donde existe atención solamente, todo lo que pase es hacer”, explicó David Gericke en conversación con Deutsche Welle.

Lo mítico y lo arcaico, unidos a lo contemplativo

Gericke trabaja con lienzo, con papel, piedra y barro, con óleo, pigmentos naturales y láminas de oro, pasando de lo abstracto a lo figurativo. En sus obras hay claras huellas de lo onírico y muchas de ellas parecen provenir de un lugar mítico que evoca en el que mira reminiscencias de algo ya vivido y, al mismo tiempo, desconocido. Muchas inquietan; otras producen un efecto de introspección; algunas transportan al espectador hacia un lugar totalmente nuevo y trascendente.

"Gravitación del color", de David Gericke. (Técnica mixta, 2004, 1,40 cm por 1,20 cm.)
"Gravitación del color", de David Gericke. (Técnica mixta, 2004, 1,40 cm por 1,20 cm.)Imagen: David Gericke

Con capas de diferentes grosores y texturas, con estructuras de relieves y grietas que invitan casi a una experiencia táctil -un indicio del escultor en el pintor- muchos de los paisajes abstractos de sus cuadros ofrecen una gran amplitud, espacios que evocan la Patagonia argentina, donde vivió de niño. Otros de los escenarios, por el contrario, como en la serie “Arte Neosacral”, cobran una presencia tal que la obra parecería cerrarse sobre sí misma, pero permite, sin embargo, encontrar a quien la mira un resquicio, un lugar propio de observación. En sus obras escultóricas, Gericke crea figuras míticas y simbólicas: hechiceros, chamanes, hierofantes, ángeles caídos y personajes itinerantes que parecen llegar de un planeta devastado, como “El Buscahuellas”.

¿Cómo elige su técnica? “El aspecto técnico vehiculiza y ayuda profundamente al hacer, pero una buena técnica jamás va a esconder una falsa estética. La estética no es técnica. La estética es percepción y es sensibilidad, y es atención continua. Y como es atención continua no es estática, se transforma, se transmuta continuamente”, dice el artista plástico, que no solo maneja la abstracción, sino también el arte figurativo, tal como se ve en sus series de retratos “Los mensajeros caídos” y “Los maestros invisibles”.

“La atención produce el hecho estético”

David Gericke describe su trabajo con una gran sencillez: “Yo solamente estoy en un estado de atención, junto mis cositas, mis materiales, mis colores, o lo que tenga, y lo pongo ‘a disposición de'. Allí es donde comienza la magia de la materia ordenada sensiblemente. Yo no manejo eso. Eso es manejado por la materia misma. La segunda parte es la que aporta el que mira, y así se cierra el círculo de la percepción. Eso es todo”, asegura.

"El Holocausto del recuerdo", de David Gericke. (Técnica mixta, 2006, 100,0 com x 120,0 cm).
"El Holocausto del recuerdo", de David Gericke. (Técnica mixta, 2006, 100,0 com x 120,0 cm).Imagen: David Gericke

Esa atención hacia lo que “es” produce el hecho estético, ya sea una obra pictórica o musical. “El ‘hacer' parte de un hecho de atención pura, no del intelecto. Parte de un lugar fresco, y en eso hay una gran inofensividad”, dice Gericke, que también incursiona en el sonido como forma de expresión. “La rítmica, la elegancia de esa rítmica, el planteo de cómo entro al espacio -porque el sonido es una forma de espacio- el silencio como una forma de lienzo, y la manera en la que voy a introducirme en el silencio a través de un acorde, a través de una nota, es tan estético, tan determinante y tan armonioso como la manera en que voy a manchar una tela blanca y de qué parto para una composición pictórica. El planteo es idéntico, la problemática es idéntica, los que cambian son los soportes. Es por eso que me dedico en los últimos años a la estética del sonido, sin ninguna pretensión musical, sin ninguna pretensión de profesionalismo ni de obtener resultados, sino con la actitud lúcida de dejar ser, de dejar que se manifieste y de posibilitar la manifestación”, añade.

Escultura de David Gericke: El viaje (bronce, 2004).
Escultura de David Gericke: El viaje (bronce, 2004).Imagen: David Gericke

El trabajo del maestro

Para Gericke, no es tarea del arte, sin embargo, romper el velo de lo banal y permitir una percepción más profunda. La fuente de transformación es el individuo mismo: “No es el objeto el que me va a transformar, soy yo mismo el que voy a transformarme a partir de mí mismo, que es donde comienza el estado de observación, el estado de silencio.”

Pintor y escultor, músico y profesor de Artes Plásticas, David Gericke, que enfoca su tarea en la espiritualidad, rehúye las definiciones, pero sus obras denotan el lugar central que ésta ocupa. El artista ofrece seminarios de pintura y escultura enfocados en el ejercicio de la espiritualidad, del encuentro consigo mismo, abandonando las máscaras e incentivando a tomar conciencia de lo que nos rodea. A la pregunta sobre cuál es la tarea del maestro, Gericke, que también da clases de artes plásticas a adolescentes en una escuela secundaria de Colonia, responde que “el trabajo del maestro debe ser el trabajo de la misericordia, de la insinuación. En cuanto uno capta la necesidad del otro, el trabajo deja de ser trabajo para ser un hecho amoroso y compasivo con lo que se está tomando entre las manos.”

David Gericke en su atelier.
David Gericke en su atelier.Imagen: David Gericke

Autora: Cristina Papaleo

Editor: Enrique López

David Gericke nació el 17 de marzo de 1965 en Mendoza, Argentina. Hijo mayor del escultor argentino Manuel Gericke y de la escritora María Laura Palomba, a los 13 años (1978) Gericke comienza su formación artística en la Escuela de Artes Visuales, en Paraná, Entre Ríos. Desde 1982 hasta 1986 estudia en la Escuela Superior de Bellas Artes de Mendoza, donde se recibe de profesor de Artes Plásticas. En 1992 gana el 1er Premio del “Salón Vendimia”, de Mendoza. Su obra ha sido expuesta en diversas galerías de Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Japón y Australia. Vive y trabaja en Colonia desde 1994.