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La difícil primera visita del canciller Scholz a Washington

3 de febrero de 2022

Olaf Scholz se dirige a Washington por primera vez como canciller, en un momento en que una crisis internacional ha puesto de manifiesto diferencias de opiniones. Pero Scholz y Biden podrían tener mucho en común.

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El canciller alemán, OIaf Scholz, visitó por última vez Washington en 2021, cuando aún era ministro de Economía y vicecanciller.
El canciller alemán, OIaf Scholz, visitó por última vez Washington en 2021, cuando aún era ministro de Economía y vicecanciller.Imagen: Bernd von Jutrczenka/dpa/picture alliance

Una nube de ambigüedad rodea al canciller Olaf Scholz en lo que respecta a su primer viaje para visitar al presidente Joe Biden, el 7 de febrero. En Alemania, los críticos y los bromistas de las redes sociales han hecho comentarios sarcásticos sobre la aparente reticencia de Scholz a hacer declaraciones contundentes sobre la crisis de Ucrania. Los aliados de la OTAN y los oponentes políticos de Scholz en su país han expresado su frustración por la falta de voluntad de Alemania de entregar armas a las fuerzas ucranianas.

La causa de Scholz no se ha visto precisamente favorecida por las declaraciones de su compañero de partido y predecesor como canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, un hombre que nunca ha tenido reparos en defender públicamente a su amigo Vladimir Putin: Schröder parecía justificar el aumento de las tropas rusas como reacción a las maniobras de la OTAN, mientras que acusaba a Ucrania de "ruido de sables".

Mientras tanto, los medios de comunicación alemanes han especulado sobre las grietas en las relaciones transatlánticas. El semanario Der Spiegel informó, a finales de enero, que Scholz no había encontrado tiempo en su apretada agenda para reunirse con Biden. La noticia fue rápida y vehementemente desmentida por la Casa Blanca.

El compromiso no es acción

El propio canciller apareció en la cadena pública alemana ZDF el miércoles (2.02.2022) por la noche para negar rotundamente que estuviera siendo demasiado pasivo y que los socios de la OTAN consideraran a Alemania poco fiable: No sólo estaba trabajando intensamente con todos los socios de la OTAN, dijo, sino que estaba planeando un viaje a Moscú para hablar con Putin personalmente.

"Nuestros aliados saben exactamente lo que tienen en nosotros", dijo. "Somos los que hacemos una contribución militar muy alta como parte de la alianza de defensa de la OTAN. Todo el mundo sabe exactamente que, para la Europa continental, Alemania es el país que hace un gasto muy, muy alto en este sentido." También recordó que ningún otro país europeo había ofrecido a Ucrania más ayuda económica en los últimos años que Alemania.

Antes de dejar el cargo, la excanciller Angela Merkel se reunió con Joe Biden y Olaf Scholz.
Antes de dejar el cargo, la excanciller Angela Merkel se reunió con Joe Biden y Olaf Scholz.Imagen: Oliver Weiken/dpa/picture alliance

Sin embargo, algunos analistas consideran que ahora Scholz tiene que tranquilizar a Biden sobre de qué lado está. "La cuestión es: Scholz no puede venir con las manos vacías", dijo Sudha David-Wilp, subdirectora de la oficina de German Marshall Fund (GMF) en Berlín. "Tiene que cambiar el statu quo. En lugar de ser muy taciturno, como es su estilo, tiene que venir a Washington con un mensaje claro acerca de por qué Alemania está a bordo, junto con la alianza occidental, en esta crisis frente a Ucrania."

A largo plazo: ¿un mejor amigo que Merkel?

Por su parte, los socialdemócratas no ven motivos para preocuparse por las relaciones entre Estados Unidos y Alemania. "Olaf Scholz es un defensor comprometido de las relaciones transatlánticas, y nuestros amigos estadounidenses lo saben, así que será una reunión entre amigos", dijo Nils Schmid, portavoz de política exterior del Partido Socialdemócrata (SPD) de Scholz. "No tiene que enmendar nada".

De hecho, Schmid sostiene que la crisis de Ucrania ha estado marcada por una cooperación transatlántica más estrecha que la última crisis internacional: la caótica retirada de la OTAN de Afganistán el pasado verano.

Esa es también la opinión de Michael Werz, analista alemán y miembro del Center for American Progress, con sede en Washington. "No creo que Olaf Scholz tenga que recuperar la confianza, porque es una persona conocida en Estados Unidos desde su época de ministro de Economía", dijo Werz a DW.

Puntos en común: el cambio climático y China

De hecho, a pesar de todos los aparentes desacuerdos sobre el envío de armas a Ucrania, Werz sostiene que la administración de Scholz ofrece a EE. UU. algo que Merkel no hizo: intereses comunes en temas más amplios, como China y el cambio climático.

"Todo el nuevo gobierno alemán, no solo el propio Olaf Scholz, tiene una perspectiva más política que empresarial sobre China en lo que respecta a los derechos humanos, a las normas internacionales, a la necesidad de encontrar un nuevo equilibrio entre los intereses económicos y las normas políticas", dijo Werz. "Especialmente con los Verdes en el gobierno. Creo que es un paso adelante muy bienvenido".

Por ello, algunos sugieren que Biden ha dado a Scholz cierta libertad con respecto a la crisis de Ucrania. "La razón por la que el presidente Biden ha sido muy paciente con Alemania, en el sentido de que le ha dicho al Congreso que se abstenga de iniciar nuevas sanciones que también podrían perjudicar a Alemania", dijo David-Wilp, del GMF, "es porque ve a Alemania como un actor clave en la relación transatlántica, no sólo cuando se trata del cambio climático, sino también en el trato con China."

"En la agitada discusión actual, no se oirá a los funcionarios de Washington exponer ese argumento públicamente", explicó Werz, "pero creo que también hay una apreciación implícita del hecho de que Olaf Scholz tiene que, por un lado, tratar con una pequeña minoría de su partido que es más favorable a Rusia de lo que algunos quisiéramos, pero, por el otro, debido a esa tradición dentro del SPD, tiene una mayor credibilidad como interlocutor frente a Rusia".

En otras palabras, quizás un poco de silencio no es tan malo como se cree.

(gg/cp)