La prostitución expuesta al público

Prostitutas que ejercen su profesión con todo el orgullo de practicar un trabajo como cualquier otro. Mujeres obligadas por míseras mafias de personas a vender su cuerpo, perdiendo con ello hasta el último resquicio de respeto por la vida que les ha tocado vivir. Y no sólo mujeres. También homosexuales y transexuales que han hecho del sexo un negocio con el que ganarse la vida. La prostitución, como casi todas las cosas sobre este mundo, puede ser vista desde muchos ángulos. Una mezcla de esas perspectivas pretende ser Sexwork, la exposición que hasta el próximo 25 de febrero de 2007 podrá visitarse repartida por tres salas berlinesas.

Prostitución al desnudo

En total, 35 artistas internacionales muestran en Sexwork el modo en el que observan el negocio con el sexo. "Evitando clichés, mitificaciones y la contemplación voyeurista", dicen los organizadores. Al margen de los objetos expuestos, el evento lo forman también películas, documentales y charlas con los artistas acerca de la prostitución y su ambiente.

La relación entre la prostitución y el ejército, las prostitutas y los soldados alejados de sus casas y sus mujeres, aparece como tema recurrente en esta muestra sobre la compraventa del sexo. Como por ejemplo en Filipinas, cuando soldados estadounidenses estacionados en la región hicieron que a su alrededor se creara todo un mercado de supuestas bailarinas y camareras. Las chicas debían servir para relajar los calores carnales de la tropa, evitando que esta cayera en posibles violaciones y se manchara el honor de la bandera de barras y estrellas.

Algo similar sucedió en Japón durante 1945. O en el Arizona Market que describe Karin Jurschick y que convirtió la zona franca de las tropas internacionales en la frontera entre Bosnia y Serbia durante la guerra en los Balcanes en un verdadero negocio de personas: éste fue el lugar en el que comenzó el tráfico de almas entre la Europa occidental y la oriental.

Las mafias del alma

Pero Sexwork no sólo cuenta historias de guerra, ni éstas son las únicas que llevan la firma de la prostitución. La línea divisoria entre Alemania y la República Checa, al sur de la ciudad de Dresde, es una frontera de carne humana puesta a la venta sobre la que los artistas que exponen en Berlín han querido plasmar sus impresiones. Y es que el tráfico de mujeres, la prostitución forzada y las mafias de personas, fluyen demasiado a menudo del este en dirección al oeste de Europa.

Prostitutas que ejercen con orgullo su profesión. Homosexuales y transexuales que viven del sexo. Y mujeres forzadas, obligadas a vender su cuerpo hasta que les quedan pocos resquicios por los que valorar su vida. La prostitución es la profesión más antigua del mundo y después de tantos siglos sigue dando de qué hablar. Porque aún se esconde mucha tristeza tras este trabajo. Tristeza que a menudo fluye del este hacia el oeste de Europa. Y Alemania, con dos fronteras que dan al este, ha querido presentar en Berlín la visión de los artistas con respecto a este negocio.