Turistas y naturaleza en la Isla de los Conejos del Líbano
27 de agosto de 2019A las seis de la mañana, los primeros barcos llegan a Palm Island, más conocido como Rabbits Island (Isla de los Conejos) del Líbano, trayendo a excursionistas ansiosos por conseguir los mejores lugares para tomar sol.
Visible en un día despejado desde la ciudad libanesa de Trípoli, la isla de casi 8.000 kilómetros cuadrados, se encuentra a tan solo 30 minutos de la costa. Solo se permite visitarla durante tres meses al año, por lo que los tripolitanos aprovechan al máximo este período para hacer una excursión a la isla.
"Es una manera de escapar de la contaminación de la ciudad y de las aguas sucias de la costa. No hay humos, ni ruido, solo el sonido de las olas”, comenta entusiasmado el conservacionista Aziz Zok.
En los últimos años, la gravedad de la contaminación en las playas libanesas se ha hecho patente. Las aguas residuales no tratadas y los vertederos costeros filtran sustancias químicas tóxicas y aguas residuales al mar. Los titulares de los periódicos del verano pasado advirtieron a los libaneses que no se bañaran, tras la publicación de varios informes sobre el empeoramiento de la calidad de las aguas costeras.
Esto hace que las aguas cristalinas, y poco profundas, que rodean la Isla de los Conejos sean aún más atractivas para los bañistas y adoradores del sol, que cuentan los días hasta que se levanta la prohibición de visitas. Ahora que la temporada está en pleno apogeo y las temperaturas estivales se disparan, algunos habitantes de la ciudad incluso se acercan con sus computadoras portátiles para trabajar en la playa. Pero los turistas también traen consigo la contaminación.
"En verano limpiamos unos 400 kilos de basura al día, además de las molestias que los visitantes causan a la fauna y flora. Algunas especies solo se encuentran en esta isla”, dice Zok.
Hacer que el turismo sea rentable
Según los responsables de la Reserva Natural de las Islas Palma, que comprende la Isla de los Conejos y las islas Sanani y Ramkine, el problema es encontrar un equilibrio entre el derecho de las personas a visitarla y la necesidad de proteger un medio ambiente amenazado.
Un proyecto de ecoturismo financiado por la Unión Europea está abordando el problema cobrando a los visitantes una cuota de entrada de 1,8 euros (cerca de 2 dólares) para ayudar a pagar a los guardabosques, eliminar la basura y mantener las instalaciones y playas.
"Son necesarios los ingresos del turismo para asegurar los esfuerzos por una mayor sostenibilidad”, dice Zok, coordinador de campo del proyecto Promapir, una alianza entre el Comité de Protección del Medio Ambiente del Líbano y la Oficina de Explotación del Puerto de Trípoli, un departamento del Ministerio de Obras Públicas y Transportes.
Abdelkarim Abdulkhader, que vive en Trípoli, visita Rabbits Island cuatro o cinco veces cada verano y está dispuesto a pagar la entrada si contribuye a preservar la naturaleza de la isla. "Este es un lugar realmente hermoso, pero a menudo ves botellas de vidrio rotas en la playa y gente tirando basura al mar”, lamenta.
Cuenta que la iniciativa ya está teniendo un impacto y que la playa está más limpia de lo habitual. "Este año está mejor que el anterior”, señala.
Tortugas y narcisos marinos
Oficialmente conocido como Palm Island, el refugio de excursionistas recibe su apodo de los conejos que fueron traídos en la década de 1920, durante el mandato francés, y que fueron criados allí para la caza. Sus cuevas de anidación y excrementos todavía se pueden encontrar en toda la isla, aunque los avistamientos de los propios animales son raros.
Algunas especies nativas se encuentran amenazadas. Las cuevas submarinas son un lugar de cría ideal para animales marinos como los espáridos, el mero (de la familia Epinephelinae) y el pez loro (escaros). Asimismo, a los conservacionistas les preocupa que la afluencia anual de turistas ahuyente a la tortuga boba (Caretta caretta) y a la tortuga verde (Chelonia mydas), que normalmente se acercan a la playa para poner sus huevos en la arena blanca.
"La llegada de tortugas a la reserva natural se ve afectada por los visitantes, que se apoderan de toda la playa. Hasta ahora no hemos visto ningún indicio de que el proceso de anidación se haya completado este año”, lamenta Ahmad Halawani, gerente del programa Promapir.
Para no perturbar aún más el frágil ecosistema y evitar que Rabbits Island se convierta en un basurero cada verano, el proyecto Promapir ha instalado contenedores de basura y cercado los caminos. Esta medida evita que se arroje basura a las áreas de anidación de los animales. También se ha formado a los operadores turísticos locales para que sus clientes sean más conscientes del problema.
Los mayores cambios, sin embargo, están teniendo lugar bajo el agua, donde se están instalando sensores para monitorizar la contaminación que llega a la isla desde la costa continental. Además, se están construyendo cuevas de reproducción artificiales para proporcionar sitios seguros para que los peces desoven y se reproduzcan.
Además, se están mejorando las instalaciones para los visitantes. Se construirán servicios y un muelle flotante respetuoso con el medio ambiente.
Fuera de los tres meses de visita es difícil imaginarse la isla virgen llena de turistas haciendo picnic. Las gaviotas revolotean por el cielo. Sus graznidos son acompañados por el estruendo de las olas rompiendo y el crujido de las hojas de las palmeras al viento. Entre la densa maleza, los grillos saltan en todas direcciones, sorprendidos por el sonido de las pisadas humanas. Los narcisos de playa y otras plantas raras florecen en la orilla.
Tesoros escondidos
También hay tesoros escondidos por descubrir bajo el mar. Ismail Delaty organiza expediciones para buceadores experimentados a las aguas de la isla Ramkine, la más pequeña de la reserva natural.
"Abajo hay un túnel secreto lo suficientemente ancho como para que pase una persona. Una vez dentro, se ve un banco de peces soldado”, cuenta con entusiasmo. "Al principio se ve todo negro, luego de repente aparece una luz azulada y se sube a una hermosa cuenca de roca natural en medio de la isla. Es naturaleza en su estado más puro”.
Delaty acoge con satisfacción el proyecto, pero también duda de que sea posible cambiar la actitud laxa de los libaneses hacia el vertido de basura. Desde que el proyecto Promapir comenzó, en mayo de 2018, ha notado una mejora significativa, pero cree que las pipas de agua, más conocidas como shisha, y el plástico desechable deberían estar completamente prohibidos para asegurar que se cumplan las reglas.
Zok está de acuerdo en que aún queda mucho por hacer. "Estamos trabajando con el presupuesto que tenemos, pero no es suficiente”, señala.
Una segunda fase del proyecto ampliaría el número de senderos cercados para que los visitantes no se desvíen hacia áreas prohibidas.
(ar/cp)
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