Nicaragua: huracanes no dan tregua para sanar heridas
18 de noviembre de 2020En Bilwi, capital de la Región del Caribe Norte de Nicaragua, no cesaba todavía el martilleo de las obras de reconstrucción y reparación por los daños dejados por Eta, cuando sus más de 60.000 moradores debieron buscar nuevamente refugio ante la llegada de un nuevo huracán, esta vez con vientos más furiosos.
El poderoso Iota tocó tierra nicaragüense a las 04:40 horas CET del martes (17.11.2020), azotando con vientos de 260 kilómetros por hora a Bilwi y, más al sur, a la pequeña comunidad indígena de Haulover. Casi 20 horas después del impacto, poco se sabía de la suerte de los habitantes de esta empobrecida zona, debido al corte de las comunicaciones.
"Hay bastantes casas sin techos. El sonido del viento es intenso y da miedo”, relató Jayson Kennedy Bermúdez, un joven habitante de Bilwi con quien DW logró establecer contacto durante los primeros minutos del martes, antes de interrumpirse toda comunicación.
"Eta dejó muchas casas dañadas y techos flojos. Los que no salieron volando con Eta no corrieron la misma suerte con Iota”, dijo el joven de 26 años, mientras narraba cómo la techumbre de su vivienda crujía bajo la fuerza de los vientos huracanados.
"Fue peor que el huracán Eta”
Junto a él, en su casa del barrio "Filemón Rivera” se encontraban otros parientes que llegaron buscando refugio entre sus paredes de cemento. Su madre, junto a dos hermanos menores, prefirió ir a un albergue, mientras su padrastro permanecía en el pequeño hospital de la ciudad tras sufrir un accidente dos semanas atrás, durante el huracán Eta.
"En las calles se puede apreciar más pánico. Definitivamente este huracán es más fuerte que Eta”, expresó Bermúdez. Minutos después su teléfono perdió la señal.
A las 20:30 locales (03:30 CET de este miércoles) ninguna fuente oficial había informado sobre lo acontecido en Bilwi, que continuaba a oscuras, con los servicios de internet y electricidad suspendidos casi 24 horas después del impacto ciclónico.
Iota, cuyas bandas externas golpearon tierra firme como un huracán de máxima categoría antes de degradarse a intensidad 4, ha sido el más poderoso de que se tenga registro, aseguró el Instituto Nicaragüenses de Estudios Territoriales (Ineter). Más intenso aún que el destructivo huracán Joan, que asoló la localidad de El Rama y la ciudad de Bluefields (capital del Caribe sur) en octubre de 1988.
Intensas lluvias e inundaciones afectaron la totalidad del país este martes. Mientras en Bilwi y la región minera los techos volaban por los aires, en Matagalpa (norte) los ríos se desbordaban y en Rivas, una provincia sureña del litoral Pacífico, muy distante del ojo del huracán, los vehículos quedaron bajo el agua.
En el municipio de Tola, el río La Zopilota se desbordó y se salió de su curso tras varias horas de intensas precipitaciones, arrastrando las paredes y los enseres de varias viviendas, dejando además aisladas a varias comunidades.
Autoevacuados para salvar la vida
Alba María Guerrero, de 61 años, dijo a DW que se autoevacuó un día antes junto al resto de mujeres y niños de las ocho familias que viven juntas a orillas de ese río. "La lluvia comenzó a las diez de la noche. El río se metió a las casas a las dos de la mañana y se llevó todo. Es la cuarta vez que el río nos inunda”, dijo.
La peor parte se la llevó su hijo Maycol, pues las aguas les arrebataron enseres, techos y paredes. Desesperada por lo ocurrido, Alba María dijo que han insistido varias veces ante las autoridades municipales para ser reubicadas en un sitio más seguro, pero sus ruegos hasta hoy no han sido escuchados.
Muy cerca de ahí, en la ciudad de Rivas, la capital provincial, la inundación sorprendió a los vecinos del barrio Los Pinos poco antes del amanecer.
"Mis vecinos despertaron con el agua hasta las rodillas a eso de las 2:30 de la madrugada. En mi casa entró la inundación dos horas más tarde”, dijo a DW Martha Rosa Bonilla, habitante de este barrio situado a orillas de la Carretera Panamericana sur, que conduce a la vecina Costa Rica.
"Se taqueó (tapó) una alcantarilla y todo quedó anegado. Alrededor de 20 familias tuvimos daños y pérdidas materiales, porque el agua nos llegaba arriba de la cintura y se dañaron las camas. Los bomberos vinieron a evacuar a los niños y a los adultos mayores, pero entre todos los vecinos logramos resguardar muchas cosas”, relató la mujer cuando las aguas bajaron.
Pocos pensaron que el huracán podría causar estragos en Rivas. "No escuchamos ningún tipo de alerta de inundación. Esto lo vivimos hace 32 años con el huracán Joan, pero estaba vez fue inesperado. Sin embargo, en el barrio nos organizamos para destaquear la alcantarilla, fue el activismo de los vecinos el que solucionó y la solidaridad la que nos salvó”, aseguró Martha Rosa.
Daños aún sin cuantificar
Así como ocurrió en Rivas, las imágenes de las inundaciones se repetían a lo largo y ancho del país, donde Iota dejaba un saldo provisional de ocho fallecidos y 35 municipios incomunicados en las zonas norte y nororiental.
En tanto, con el correr de las horas, las miradas volvían a posarse sobre Bilwi y las pequeñas comunidades misquitas impactadas por el destructivo huracán, donde los reportes preliminares indicaban daños de consideración con voladuras de techos en todo tipo de viviendas y edificios públicos, incluyendo el hospital, algunos refugios e iglesias que sirven de albergues, así como en las instalaciones de la Cruz Roja local.
El gobierno informó que antes del primer huracán se evacuaron unas 30.000 personas, y ya para el segundo la cifra de refugiados superó las 40.000, en su mayoría albergados en casas de familiares e iglesias.
Las primeras imágenes de la destrucción también mostraron el colapso total del muelle de la ciudad, triste recuerdo de este martes apocalíptico.
Como una fatídica premonición, Jayson Bermúdez manifestó su dolor por lo ocurrido en su ciudad. "Bilwi está en una zona costera y la pesca es el motor de nuestra economía, pero al ver las lanchas partidas o convertidas en nada, se nos vienen las lágrimas”, expresó.