No a la ayuda humanitaria "incrustada"
29 de octubre de 2003Las organizaciones humanitarias que trabajan en Irak comparten en general una postura muy clara: no quieren protección militar de parte de las fuerzas de ocupación. Su bandera es la de la neutralidad, que quieren conservar a toda costa. Sólo así pueden realizar su labor y llegar a quienes más lo necesitan. Tradicionalmente ese principio ha dado resultado. El símbolo de la Cruz Roja servía de "escudo" para resguardar a quienes se aventuraban a trabajar en regiones en conflicto. Pero en Irak las cosas son diferentes, como lo demuestra el reciente atentado perpetrado contra la sede de la institución internacional en Bagdad.
Reducción de personal extranjero
Aún así, los responsables de las diversas entidades que prestan asistencia a la población iraquí no están dispuestas a batirse en retirada. Al menos no del todo. La Cruz Roja, por ejemplo, anunció en Ginebra su decisión de permanecer en Irak, si bien retirará a algunos colaboradores extranjeros. Similar es la tónica de las declaraciones formuladas por otros organismos, resueltos a mantener su presencia en el país, si bien reduciendo su personal y sacando del peligroso escenario a quienes, por razones de seguridad, quieran regresar a sus respectivos países.
Numéricamente hablando, la cantidad de extranjeros que brindan ayuda humanitaria en Irak no es demasiado grande. En el caso de la Cruz Roja, por ejemplo, se eleva a una treintena, a la que se suman 600 iraquíes. "Médicos sin Fronteras", por su parte, contaba hasta ahora con 30 iraquíes y 7 extranjeros en el país, de los cuales algunos serán retirados. La Unicef, en tanto, opera desde agosto únicamente con 200 iraquíes. No obstante, la presencia de todos ellos tiene gran significado simbólico y, por lo visto, también político. Y esto último no agrada para nada a quienes realizan dichas tareas humanitarias, que se ven forzados a reiterar su total independencia.
Críticas contra Estados Unidos
Para ellos no fue de gran ayuda que el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, los instara a quedarse en Irak, ofreciéndoles el resguardo de las tropas de ocupación. Jürgen Leiser, de Cáritas Internacional, reprochó que la ayuda de emergencia y la defensa de los derechos humanos sean utilizados cada vez más como parte de estrategias políticas y como argumento para justificar guerras. "No sólo podemos hablar de periodistas 'incrustados' sino de ayuda humanitaria 'incrustada' en el ámbito militar", afirmó Leiser en un periódico de Berlín. La consecuencia es que se ve a tales organizaciones como parte del enemigo y se convierten en blanco de ataques. En su opinión, "a largo plazo la única protección que sirve es la confianza de la población en el trabajo que desempeñamos".
Otro grupo de médicos, Cap Anamur, formuló duras críticas contra Estados Unidos, por la precaria situación de seguridad imperante en Irak y las malas condiciones de vida en que permanece la población. Su presidente, Elías Bierdel, afirmó que en la larga historia de su institución "jamás se había visto que una potencia de ocupación fracasara de este modo", y puntualizó que "es un hecho que un ejército que emprende semejante guerra tiene la plena responsabilidad por lo que ocurra en ese lugar".