Opereta en la arena
16 de abril de 2003Qatar, el estado del Golfo, quiere darle brillo a sus equipos de fútbol con estrellas europeas, no importa si están en decadencia. A Stefan Effenberg, Andreas Möller y Thomas Häßler los han puesto en la mira; Mario Basler ya ha picado el anzuelo: irresistible ha sido, al parecer, el cebo de 2 millones de euros por temporada. "Quiero jugar unos dos años más. Y en Kaiserslautern ya no es posible", declaró Basler, a quien su equipo no le renovó contrato.
Esta "vieja" estrella del Bayern Munich, de 34 años, explica su decisión con el deseo de construir algo, pues "en 2006 son los Juegos Asiáticos, y hasta entonces quieren levantar el fútbol, quieren estrellas para sus diez equipos de Doha". Por su parte, la oferta hecha a Stefan Effenberg suena como un cuento de las 1001 Noches: 1,8 millones de dólares libres de impuestos y deducciones, una mansión, seguro médico para la familia entera, auto a elegir, y vuelos gratis en primera clase en Qatar Airways.
Buscando estrellas
Un emisario del jeque anda de gira por Europa buscando jugadores. El suizo Roland Klein está encargado de contratar para la Federación de Fútbol de Qatar diez (ex) ases europeos. A disposición tiene 20 millones de dólares, pero bajo una sola condición: los costosos peloteros deben gustarle al mecenas del fútbol de Qatar, al hijo mayor del soberano Hamd Bin Chalifa al-Thani. Los nombres que se incluyen en su lista de deseos revela buen gusto: a más de los alemanes se encuentran ahí el campeón mundial francés Youri Djorkaeff, el inglés Les Ferdinand, el italiano Fabrizio Ravenelli y el campeón europeo Brian Laudrup, de Dinamarca.
"All inclusive"
No es la primera vez que este país desértico se ofrece como refugio para estrellas –Anthony Yeboah de Ghana jugó hasta mayo, y en esta temporada brillan en el cielo futbolístico de Qatar Paulo Sergio y Romario. Sin embargo, la búsqueda de astros nunca había sido tan intensa como esta vez. La diferencia se atribuye a que debido a los menguantes ingresos por transmisiones televisadas en Inglaterra, Italia, España y Alemania, los mimados jugadores ven esfumarse paulatinamente sus privilegios.
Sólo poco público
No será así en este tan pequeño como millonario país petrolero -que quiere ser el cuarto después de Corea del Sur, Japón e Irán para cualificarse para Alemania 2006-, en donde los jugadores gozarán de todo lujo, aunque no del calor de la afición. Y es que el fútbol no es un deporte de multitudes en Qatar: a un partida de liga acuden no más de 1.000 espectadores, a pesar del esmerado confort que brindan los estadios y que las entradas son gratis. Para llenar los estadios, la federación ofrece autobuses gratuitos que hacen recorridos por los barrios donde vive principalmente gente de la India, Pakistán y Filipinas.
Tanta será la ausencia de pasión futbolística que, según el semanario alemán Der Spiegel, el brasileño Romario fue calificado de "un peso para todos los jugadores" debido a su desgano al jugar, y fue suspendido. No obstante, seguirá cobrando sus petrodólares hasta el final de su contrato. Es decir, los jugadores alemanes que vayan a Qatar tendrán en vez de recortes de presupuesto, lujo extremo; en vez de clima nórdico, calor asfixiante; y en vez de estadios abarrotados, un público de opereta en el desierto.