Opinión: un estado de ánimo apocalíptico
18 de enero de 2016Este miércoles (20.02.2016) la canciller alemana, Angela Merkel, viajará por segunda vez en lo que va de año a la localidad bávara de Wildbad Kreuth. Hace dos semanas habló allí con el grupo regional del partido CSU (Unión Social Cristiana) en el Parlamento alemán. Ahora participará en el congreso de la fracción de la CSU en el Parlamento del estado federado de Baviera. Al parecer, hay necesidad de hablar.
Alemania hierve. Muchos medios alemanes hierven. Cerca de un millón de refugiados han entrado al país, y cada vez hay más problemas. Algunos son previsibles; otros, desconcertantemente sorpresivos. En el país aumenta el tono de las voces críticas. Asimismo, pareciera haber un cierto gusto por los escenarios catastróficos. Un estado de ánimo apocalíptico. Y es que es mejor criticar que ser criticado. Merkel, quien con su “imperativo humanitario” abrió las fronteras alemanas a los refugiados, está en el centro de las críticas. Pese a todo el dramatismo, sorprenden las dimensiones del debate.
Todos contra la canciller
Primer ejemplo. “La CSU vuelve a ejercer presión sobre Merkel”, escribieron el periódico Neue Zürcher Zeitung, así como varios medios alemanes. Correcto sería decir que “la CSU sigue presionando a Merkel”. Y es que el gusto de Horst Seehofer, jefe de la CSU (ala bávara del partido cristianodemócrata CDU de Angela Merkel), por molestar a la jefa de la CDU nunca desapareció del todo, pese a una “cumbre de la paz” a finales del año pasado.
Segundo ejemplo. “Edmund Stoiber amenaza a la canciller”, titula el Süddeutsche Zeitung. En años pasados, este periódico liberal de izquierda de Múnich apenas mencionó al político bávaro Stoiber, criticándolo de forma humorística y distanciada. Entretanto, incluso el amor de los socialcristianos por el fallido candidato a canciller de 2002 se llegó a enfriar bastante. Pero ahora, todos pueden criticar a la canciller.
Esto no quiere decir que las preguntas y las críticas al rumbo de Merkel no estén permitidas. A raíz de los dramáticos sucesos de Año Nuevo en Colonia, Alemania se enfrenta a un año político interesante. No obstante, ya antes de fin de año estaba claro que en 2016 comenzaría la campaña electoral. Y es que en menos de dos meses habrá elecciones en tres estados federados.
El día de las elecciones, la CDU podría pasarle la cuenta a su jefa (aunque esto hasta ahora no se deduzca de ninguna encuesta de ningún instituto demoscópico). No debería sorprender que, en vista de estas elecciones, también los socialdemócratas traten de subrayar su propio perfil político. Por su parte, el estado de ánimo en la fracción parlamentaria del Budestag se podría interpretar como un reflejo del estado de ánimo del pueblo. Pero también muestra el nerviosismo de los críticos, por ejemplo, porque falta un sucesor. ¿Quién reemplazaría a la canciller? ¿El presidente de la CSU, Seehofer, el ministro de Finanzas, Schäuble, la ministra de Defensa, Von der Leyen, el ministro del Interior, De Maiziere? No.
Juzgar el mandato de Merkel
En el pasado, la CDU celebró muchas veces a Angela Merkel como un gran personaje europeo que desactivó el conflicto ucraniano y que en 2014 fue nombrada por el Times de Londres y en 2015 por la revista estadounidense Time “persona del año”. En aquel entones muchos ignoraron que estaban aumentando los problemas políticos internos, desde la salvación de Grecia hasta las dificultades de reformar la ley de asilo.
Este año no solo se decidirá sobre el rumbo del mandato de Merkel, sino que también se emitirá un juicio sobre sus años al frente de Alemania. No obstante, aún no se ha decidido nada.