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Pantanos: salvadores del clima infravalorados

20 de julio de 2010

Los pantanos son agentes protectores del clima. El objetivo del Protocolo de Kyoto de reducir las emisiones anuales de CO2 en 100 millones de toneladas podría alcanzarse con sólo potenciar el crecimiento de los pantanos.

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Los pantanos no sólo protegen el medio ambiente, también ofrecen un espacio vital a plantas y animales.Imagen: CC / Dein Freund der Baum

Protector natural del medio ambiente

"Por desgracia, a menudo las personas no son conscientes del significado que tienen los pantanos para el medio ambiente", lamenta John Couwenberg, investigador de la Universidad de Greifswald. Pese a que los pantanos apenas suponen un 3% de la superficie total del planeta, cumplen una importante función para el mantenimiento de la temperatura global, dado que almacenan más carbono que todos los bosques del mundo juntos.

Las superficies pantanosas se concentran sobre todo en las latitudes frías de las regiones boreales, entre los paralelos 50 y 70, en el hemisferio norte. Solamente Rusia dispone de más de una quinta parte de la superficie de pantanos a nivel global. Otras grandes áreas pantanosas se encuentran en Canadá y Escandinavia, pero también en la cuenca del Amazonas o en el sureste asiático. Incluso en África, según Couwenberg, hay notables zonas pantanosas, como por ejemplo en el Congo o en el Delta del Níger.

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La tala y quema de bosques de turba en Indonesia libera enormes cantidades de CO2.Imagen: WWF

Los pantanos se originan cuando el terreno queda anegado por el agua durante largo tiempo. Como sucede, por ejemplo, en el litoral o tras derretirse la nieve. La falta de oxígeno bajo el agua provoca que las plantas muertas se descompongan lentamente. Mucho más rápida es la velocidad a la que rebrotan las nuevas plantas que nacen por encima del agua. Es el proceso que origina la turba, que absorbe el carbono hasta aquel momento almacenado en las plantas. La capa de turba en los pantanos de todo el mundo crece, de media, alrededor de un milímetro al año, fijando entre 150 y 250 millones de toneladas de CO2.

Asesino natural del medio ambiente

El ser humano deseca los pantanos desde hace siglos para obtener superficie para el cultivo, combustible o material para la construcción. A través de esa desecación, la turba comienza a descomponerse, liberando a la atmósfera el dióxido de carbono almacenado. El originario almacén de carbono se convierte en una verdadera catapulta de CO2.

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La turba se utiliza sobre todo como combustible o abono. Su descomposición destruye los pantanos.Imagen: DW / Cheryl Northey

"Alrededor de un 10% de los pantanos en todo el mundo se encuentran degradados por la desecación", explica Couwenberg. La descomposición de la turba a través de microorganismos provoca 2.000 millones de toneladas anuales de emisiones de CO2. A diferencia de lo que sucede con la tala de un bosque, las emisiones generadas por un pantano desecado no se liberan de una sola vez, sino durante tanto tiempo como la turba tarde en descomponerse. Dependiendo del grueso de la turba, el proceso puede alargarse durante varios siglos.

En los últimos veinte años, las emisiones de CO2 procedentes de los pantanos desecados aumentaron en un 20%. Gran parte de ellas se generaron también en países en vías de desarrollo. Una degradación de los pantanos especialmente extensiva en Indonesia. Allí se desecan bosques de turba enteros para el cultivo de la palma aceitera, el arroz o el aloe vera. Junto a la descomposición de la turba, los gigantescos incendios en los pantanos, que regularmente se declaran sobre la turba seca, convierten a Indonesia en el mayor causante de emisiones de CO2 derivadas de la degradación de los pantanos.

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La renaturalización de los pantanos desecados no es complicada. En el pantano de Hahnenknoop, en la Baja Sajonia, una presa retiene el agua.Imagen: CC / Helmut Schwarting

Redescubrimiento del potencial

En los últimos años, muchos países han reconocido el papel que juegan los pantanos para el medio ambiente global y han iniciado la renaturalización de superficies pantanosas. Proyectos como los existentes en Bielorrusia, Estados Unidos, Canadá y Alemania. Sólo en Rusia, hay una zona de pantanos protegida que abarca el doble de superficie que el estado federado alemán del Sarre.

A menudo, es suficiente con volver a llenar de agua las superficies desecadas, como explica el profesor Dr. Vera Luthardt, de la Sociedad Alemana de Pantanos y Turba: "las primeras plantas del pantano, como la caña, el musgo y el pasto, crecen la mayoría de las veces tras dos o tres años". Hasta que la turba también vuelve a crecer, pueden pasar hasta quince años.

Conservar en el futuro los efectos beneficiosos de los pantanos para el medio ambiente dependerá, sobre todo, de llevar a cabo un aprovechamiento alternativo de las superficies. Y es que, según Luthardt, proteger los pantanos no está reñido con sacar provecho económico de los mismos. Por ejemplo, la caña que crece en el pantano puede generar energía como biomasa. Incluso el uso de los pastos con un alto nivel de agua es posible también hoy día. "Hay suficientes perspectivas sobre cómo enfocar la protección de los pantanos y también disponemos de la tecnología. Lo que falla es la implementación de las medidas y las condiciones marco a nivel político", explica Luthardt. Unas condiciones que deben ser creadas con rapidez, porque de los pantanos desecados se escapan cada año más emisiones de CO2 que las que genera el tráfico de vehículos en todo el mundo.

Autor: Janine Rabe
Redacción: Emili Vinagre