Papel reciclado, una fuente de ahorro
14 de septiembre de 2006Cuando en la oficina usted anota un número de teléfono en una flamante hoja blanca, le saca tres copias a un largo programa de actividades o imprime un artículo que, a las finales, no se va leer a la noche, ¿piensa en la extinción de los bosques?, ¿en el efecto invernadero? Siguiendo la verdad tácitamente asumida de derrochar humanum est probablemente ni siquiera lo haga al tomar la quinta hoja para apuntar el mismo número.
Sin embargo, el futuro de los bosques y sus especies está en juego porque, entre otras cosas, el consumidor inconsciente no para de comprar y usar papel blanco. Ni de tirarlo sin piedad. Dado que es utópico que un terrícola del siglo XXI no imprima y fotocopie a mansalva, un posible paliativo a tanto derroche es utilizar papel reciclado. La iniciativa Pro Papel Reciclado, con el patrocinio de 20 empresas, del Ministerio Alemán del Medio Ambiente y la Fundación Medio Ambiente, pretende informar al consumidor y lograr que dé pequeños pasos a su alcance, un cambio de comportamiento, en favor del medio ambiente.
Un estudio encargado al Instituto para Energía e Investigación Medio Ambiental, demuestra, entonces, que el papel reciclado no tiene rival; todos los indicadores hablan a su favor: el consumo de energía y agua en la producción; la incidencia de ésta en el efecto invernadero y el volumen de emisiones contaminantes. En todo ello, el papel reciclado es, simplemente, menos nocivo.
Comienzo en un bosque lejano
En la producción de papel blanco es mayor la cantidad de agua que se requiere para elaborar la pulpa de papel. Ésta se importa, mayormente, de países asiáticos y sudamericanos; el largo viaje hacia Europa y el combustible fósil empleado en él, hace el asunto blanco de dudas ecologistas. Sumado todo, la producción de una resma de papel blanco consume lo mismo una de papel reciclado más la cantidad de energía equivalente al consumo de un foco de 100 vatios en 44 horas. Ahora bien, una resma de papel blanco con pulpa producida en los países escandinavos produce tanto C02 como un utilitario en 1000 kilómetros.
Un ahorro calculable
El cálculo del gasto, o en su defecto ahorro de energía, tienta: Alemania es el mayor productor y consumidor de papel gráfico en Europa. Sólo para el segmento de papel para impresoras y de fotocopiadoras, se produce al año 1,5 millones de toneladas; un 20 por ciento de ellas tienen como materia prima papel que ya ha sido usado. Si se supiera a cuántas hojas corresponde cada tonelada de papel, se podría -multiplicando por 44 y dividiendo por 500- calcular el ahorro en horas de energía que supone para el consumo alemán preferir un papel cuyo único defecto consiste en ser más oscurito.
Si no fuese bastante con eso para convencerse, el estudio completo -con todos los datos acerca del volumen de óxidos de nitrógeno, dióxidos de carbono, fosfatos y dióxidos de azufre que no se emiten en la producción de papel reciclado- se pone a disposición en la red. Si imprimiese las cuarenta páginas de ese estudio (llamado Comparación del papel de oficina en relación a la pulpa de papel) en papel reciclado evitaría un gasto de energía comparable al consumo de un foco de 100 vatios en 3 horas y 52 minutos. Y si en el momento de querer imprimirlo y proponerse, vanamente, leerlo a la noche, el consumidor concientizado de lo conveniente de pensar en las generaciones futuras, se abstiene de hacerlo, ¿habrá ahorrado lo equivalente a un gasto de energía de 7 horas y 44 minutos?