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Sí a la inmigración

eu.20 de junio de 2002

El presidente alemán Johannes Rau firmó la controvertida ley de inmigración propuesta por la coalición gobernante socialdemócrata verde. La oposición conservadora amenaza con recurrir ante el Tribunal Constitucional.

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"Interés vital para Alemania"Imagen: AP

"Examiné la ley muy cuidadosamente" dijo Rau ante periodistas al anunciar su decisión. "Me hubiera podido negar a firmarla, si representara una violación evidente a la constitución alemana, pero no fue así". El máximo representante del pueblo alemán dijo no entender que se le amenace con una demanda ante el Tribunal Constitucional, "el término ‘amenaza’ es lo que no entiendo -dijo- ya que me parece incluso deseable que la máxima instancia jurídica establezca claridad en esta cuestión".

Un voto dividido

La ley, formulada por la coalición gobernante de socialdemócratas y verdes, recibió una contundente negativa por parte de la oposición cristianodemócrata, bajo argumento de que ésta abre las puertas a una creciente inmigración. Opositores y simpatizantes chocaron frontalmente el pasado 22 de marzo, cuando la ley de inmigración fue aprobada por la Cámara Alta –Bundesrat- de representación de los Länder alemanes.

El presidente de dicha cámara, el alcalde-gobernador de la ciudad de Berlín, Klaus Wowereit, validó un controvertido voto del estado de Brandenburgo, estado gobernado por una coalición de socialdemócratas y cristianodemócratas. Dicho voto dió mayoría por un escaso voto, a la posición socialdemócrata.

Wowereit, de filiación socialdemócrata adjudicó un "sí" al voto emitido por su correligionario Manfred Stolpe, primer ministro brandenburgés, obviando el ‘no’ del ministro del interior de ése estado, el cristianodemócrata Jörg Schönbohm.

La decisión de Wowereit provocó un tumulto por parte de los estados gobernados por cristianodemócratas. Pero lo que causó verdaderamente escándalo fue la revelación, al día siguiente, del primer ministro del Sarre. El cristianodemócrata Peter Müller, declaró ingenuamente que la reacción no había sido espontánea, sino que había sido acordada la víspera "Sabíamos lo que iba a suceder y nuestra reacción fue legítima", dijo

Tapar el sol con un dedo

Durante años políticos conservadores han tratado de minimizar el problema. A pesar de que en suelo germano viven unos 7,3 millones de personas con pasaporte extranjero -más del 9% de la población del país- la política de inmigración respondía a la frase "Alemania no es un país de inmigración". La nueva ley, cuyo objetivo es regular la entrada de inmigrantes y adecuarla a las necesidades económicas del país, permitiría un acceso selectivo de mano de obra, de acuerdo a los requisitos del mercado y siempre y cuando no se hayan cubierto las plazas con nacionales ó extranjeros residentes desde hace años.

La oposición conservadora lidereada por Edmund Stoiber, amenazó con convertir el tema en caballo de batalla electoral y que tanto la Unión Cristiano-demócrata (CDU) como la Unión Social-cristiana (CSU), el ala conservadora de Baviera, tratarán de frenar su entrada en vigor recurriendo al Tribunal Constitucional. Además afirman que de ganar las elecciones darán marcha atrás a puntos fundamentales de la ley.

El gobierno de Gerhard Schröder quería evitar que la ley se convirtiera en instrumento de campaña electoral, porque sobre beneficiaría sobre todo a los partidos extremistas. Buena parte de la población tiene miedo de que la entrada de mano de obra extranjera acabe desplazando a los alemanes de sus puestos de trabajo.

El presidente alemán señala en su página internet, "Quien venga a nuestro país, debe no sólo vivir aquí, sino pertenecer a nuestra sociedad y eso debe sentirlo y saberlo. Una integración exitosa es de interés vital para Alemania, ya que moviliza fuerzas que necesitamos para gozar de un buen futuro".