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Profesores de Alepo, también refugiados, imparten clases a casi 1.200 niños en Kahramanmarash. Las aulas son departamentos y casas de alquiler. Los escolares reciben formación actualizada y también clases de inglés. Uno de sus objetivos es ofrecer a los niños una visión tolerante y abierta al mundo para contrarrestar las enseñanzas religiosas. Pero estos proyectos de ayuda humanitaria se enfrentan cada vez a más al rechazo social: muchos turcos ven al más de un millón de refugiados sirios en el país como un lastre y como una peligrosa competencia en el mercado laboral. En Kahramanmarash ya se vivieron los primeros enfrentamientos.